miércoles, 27 de febrero de 2013

Preámbulo Parte 1: Deja Vú.

Éste es un relato, maravillosamente realizado por el mejor de los escritores que conozco y, probablemente, que conoceré. 
Desde la primera vez que lo leí, quedé prendada de sus historias, y de la forma atrapante en la que lleva al lector de la mano por las escenas mas terroríficas y fascinantes de la parte másoscura de la imaginación humana.
Es para mi, realmente todo un honor, presentar ésta obra; precuela de unas historias antes publicadas en la página:  http://creepypastas.com/ 
El autor, es por muchas personas de esa comunidad, querido y admirado, yo incluída entre esos individuos. Brillante y excelente en todo aspecto, Don José Idiel Monsalve, mejor conocido por otros como Jose21.

Yendo un poco al contexto de ésta creación, y hablando técnicamente, sería la precuela de una precuela...
Si, tal como se lee, ésta sería la primera de tres partes, de la precuela de ésta historia: Una mágnum y una lágrima. , que es a su vez, la precuela de estas tres historias: Bajo un cielo rojo parte 1, parte dos y última parte. (¿Será así?)
Aclarado el marco teórico de la creación, y sin mas preámbulos, los dejo, con el Arte... Disfrutenlo, piénsenlo, sueñenlo...


 ______________________________________________




Miró hacia la puerta, despertando algo moribunda.
El pincel improvisado de sus dedos dejaba caminos carmesí, macados cómo el hachazo en su espalda, que no alcanzó a liquidarla del todo.
Dio una mirada hacia atrás… sillas tiradas y una vela apunto de apagarse, sobre una mesa en donde se veían algunos artilugios de colección.
Gotas de sangre caían pacientes desde la mesa, fluyendo cómo fuente viva desde el pentagrama dibujado que tan sólo hace unos minutos había querido usar…
Pero que va, todo fue un carnaval de sangre y miembros mutilados. Todo por querer tentar a las sombras del averno, a los Guardias del Infierno Leales caballeros de un hermoso Lucifer…
Tomando posesión de unos de los muchachos, y pensándose que era obra del alcohol y las drogas, comenzaron las convulsiones y las segundas lenguas.
Y luego, el hacha.
La casa a oscuras. Sólo quedaba ella y su amigo. Los otros dos, muertos, despedazados y repartidos por el lugar.
Pero faltaba una… Y no podía ver sus brazos o su cabeza colgando de algún lugar…
La curiosidad mató al gato, dicen por ahí.
Mientras se arrastraba hacia la puerta principal, evitando hacer ruidos y sintiendo la debilidad, oía los susurros en sus oídos. Poesía infernal, canticos de sufrimiento y agonía.
“¿Piensas que es un juego?”
“Aequat omnes cinis”
“Nuestro Señor… Somos 12…”
Era divertido ver cómo iba debilitándose paso a paso. Los muchachos por lo menos habían muerto de una forma menos humillante, menos sufrida. El poder de controlar el tiempo…
Si, lo habían leído en alguna parte, un viejo libro de Magia Negra, de la abuela.
Un flujo de sangre se dejó caer por la boca.
Son doce, sí. Algunos más amigables que otros. Otros con sed de sangre. Otros queriendo pasar.
Otros, planeando en tener bebés…
Horrorizada y sofocada en su propio vómito, vio en la esquina a uno de los chicos. Flotando a unos 50 cm del suelo, con las vísceras colgando, y sonriendo.
En su mano, un hacha.
La muchacha comenzó a sollozar, mientras el muchacho daba pisadas algo pesadas, dejando de levitar.
Se oían gritos desde otras partes. La muchacha sintió escurrir materia verde desde sus labios.
“Control del tiempo. Sufrimiento eterno.”
El Muchacho levantó el hacha con la más agraciada de las dichas, haciendo juego en un claroscuro con la luz de la Luna.
La chica pudo ver un color rojizo cubriendo la Luz que acababa de traerle una extraña calma a su atormentada alma…
Un descanso eterno. No era sufrimiento.
No era magia negra. No era el ritual.
Era algo más grande. Más… oscuro.
Vio la puerta abierta, y a algunas personas correr en su patio, en las calles, por todas partes, como escapando de un destino que ya estaba escrito, por el cual no valía la pena luchar.
Antes de cerrar los ojos, vio una silueta familiar, en frete de la puerta, observando con horror la escena.
- … Michelle… - murmuró la pobre muchacha.
Era quien había logrado escapar…
Un hachazo brutal dio paso a una especie de silencio momentáneo.
El poder de controlar el tiempo. ¿O que el tiempo te controle a ti?
¿Una forma de morir? ¿Una forma de fin?
Miró hacia la puerta, despertando algo moribunda.
El pincel improvisado de sus dedos dejaba caminos carmesí, macados cómo el hachazo en su espalda, que no alcanzó a liquidarla del todo.
Dio una mirada hacia atrás… sillas tiradas y una vela apunto de apagarse, sobre una mesa en donde se veían algunos artilugios de colección…



No hay comentarios:

Publicar un comentario